domingo, 25 de mayo de 2014

La remera de queso, por Daniela Martinez -6to



Todo empezó cuando yo salía de la fábrica de queso de mi padre, donde yo trabajaba, claro que ya no estoy mas allí, desde el desastre que hice cuando me toco estar a cargo por problemas familiares. Este desastre que “cree” en esa  fabrica, sucedió en una noche de invierno, yo era el ultimo en salir ya que era el encargado en revisar y ordenar  las maquinarias, cuando todos salían. Aproximadamente, eran las 10  de la noche y  como siempre cerraba las ultimas puertas y rejas, ya estaba fuera de la gran fabrica cuando se me ocurrió entrar otra vez, porque sentía curiosidad de como seria aquella empresa tan gigante, sola, abandonada, todo a mi poder, sin que nadie me dijera por primera vez: “cuidado con eso”, “ordena esto” , “arregla aquello”. Volví a abrir todo y entre. Fue lo peor que pude haber hecho, es lo que digo ahora pero en ese momento creí que era  la mejor idea. Prendí todas las luces, entre a diferentes lugares, con maquinas tan grandes y monstruosas que nunca había visto. Habían fuentes enormes  con queso derretido, caliente y tan tentadores que te dan  ganas de nadar en ellas.
 En uno de los pasillos estaba la habitación mas grande, la cual  mi padre nunca dejaba entrar a nadie ya que era el lugar de inventos, el lugar mas secreto de todos y solo podían entrar el y su amigo, científico loco de confianza. En ese momento el cuarto de creaciones estaba sin uso, porque mi padre no estaba presente y sin su permiso no se podía hacer  nada nuevo.
Claro que habían inventos a medio crear, muy originales, nunca vistos y muy ingeniosos; y otros  eran inútiles es decir, no eran necesarios para la vida cotidiana, eran para aquellas personas que les gustaba derrochar el dinero solo para tener algo innovador, no quiero ofender a mi padre ni despreciarlo, pero es lo que yo pensé cuando los vi. Uno de ellos estaba basado en un maniquí, hecho todo completamente de queso roquefort ¡Valla a saber uno que se le cruzo por la cabeza a mi padre para inventar algo así! ¿O para que serviría?, seguramente la idea había sido de su amigo el científico. Nunca lo supe. Pero allí, en ese momento  algo se me ocurrió, una loca idea, inútil también pero al ver  todo lo que estaba en esa habitación me inspiro y comencé a jugar un poco con los elementos químicos y el queso. Mi objetivo era crear  una remera de queso, con ayuda del maniquí. Pensaba que era algo muy creativo y algo en que todos iban a querer gastar su dinero, por que… ¿Quién no querría una remera comestible? A todo el mundo le gusta el queso, o al menos a la mayoría. Eso pensaba y ya estaba muy emocionado con la idea, estaba en el proceso final y tenia que utilizar una maquina especial. Era una en la cual se necesitaba un conocimiento específico, porque si oprimías un botón de más, si tan solo agregabas un ingrediente de más todo podía estallar, y la fábrica se fundiría. Yo sabiendo todo el riesgo que podía correr, la utilice.


El primer paso era colocar todos los ingredientes necesarios para el queso que quería utilizar, el segundo elegir la forma y textura del invento y por ultimo escoger los botones necesarios para que funcione la maquina y crear la remera. En el momento de cumplir el tercer paso, el ultimo que me iba a convertir en un inventor único,  un descuido mío, por no llamarlo de otra forma, hizo que todo se arruinara. Tropecé con el maniquí de queso roquefort y tire sobre la gran maquina un elemento químico, que hacia derretir objetos sólidos. Ojala se hubiera derretido, solamente  algunos botones, hiciera un poco de humo y listo. Pero no, comenzó a derretirse e hizo corto circuito con algunos cables y enchufes de la habitación, lo que la hizo explotar y hacer  volar queso por toda la fabrica de mi padre. Claro, no tardaron en sonar las alarmas y que toda la gente del barrio se acercara para ver que había sucedido, lo que hizo que mi familia se enterara rápidamente. No hace falta mencionar lo que me paso después de ese desastre: ya no trabajo mas allí y mi padre me negó la entrada a esa fabrica a  menos que el me de el permiso de ingreso, pero al menos fue lindo sentirse un científico por un rato.


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