Era una tarde
de sol, los pajaritos cantaban, las flores brillaban y Nerón, el perro de la
familia jugaba. Le encantaba correr, jugar, y como a todo perro, hacer
travesuras. Sobre todo esa tarde.
Mientras
los
dueños de Nerón y el resto de su familia merendaban, el perro, con
mucha
hambre, fue a comer un poco de comida que había sobre la mesa. Pensó qué
elegiría y cuando se decidió, saltó por la silla llevándose de la mesa
un pedazo de pan.
Luego de
unos minutos de la travesura, el perro comenzó a tener mucho dolor de panza,
se sintió muy pesado. Hasta llegó a sentir que su cuerpo se endurecía, pero no
le dio importancia y prefirió dormirse.
Al rato,
Nerón se volvió a despertar, pero como esta vez sus síntomas eran peores, fue donde estaban sus dueños para que lo curen. Cuando llegó todos comenzaron
a gritar:
—¡¡¡NERÓN!!!
¿QUÉ TE PASÓ?
Sí, Nerón
estaba mágicamente convertido en un pan. Era un perro de pan. Lo que había
comido le había hecho muy mal y se convirtió en una mascota muy extraña, nunca
antes vista.
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