martes, 20 de mayo de 2014

El elefante de queso que viajó a la Luna, por Natasha Coss y Claudia Aredo -4to


Había una vez, en una ciudad maravillosa, un elefante llamado mantecoso. Era grande, celeste y con muchas arrugas. Este elefante tenía un sueño muy especial: conocer  la luna.
 Todas las noches se sentaba en la cama y miraba por la ventana esa gran esfera resplendente que alumbraba su habitación todas las noches.
Una tarde, caminando por el parque, se le apareció un hada y le dijo con una voz seria y mirándolo fijamente:
—Yo hare realidad tu sueño con una condición. Tendrás que aceptar convertirte en queso.
Sorprendido, el elefante le contestó:
—¡Oh, qué buena propuesta! Me encantaría ir a la luna, pero tendría que pensarlo.
Después de unas horas de pensar y pensar, el elefante se preguntó:
—¿Por qué querría el hada cumplir  mi sueño? ¿Por qué lo haría sólo si yo me dejo convertir en queso? ¿Será que quiere usarme como alimento para sus ratones, o será que en verdad quiere hacerme feliz cumpliendo mi sueño?
Al día siguiente volvió al parque llamando al hada para decirle que aceptaba su propuesta.
—¡Hada, hada, lo he pensado! ¡Quiero viajar a la luna! ¡Ven, aparece nuevamente!
Al aparecer el hada, lo convirtió en queso y saco unas cadenas atándolo de sus cuatro patas. El elefante llorando le dijo:
—¡Eres una malvada! Sabía que no debía confiar en alguien que no conozco.
 Al terminar de decir esas palabras, el hada se rió e hizo aparecer a todos sus ratones que estaban muertos de hambre porque no habían comido en meses. Se lo llevaron al castillo del hada, que en realidad era una bruja malvada. Ella tenía capturada al hada verdadera en un frasquito donde no podía hacer magia.
Cuando llegan al castillo, los ratones dejan al elefante ya convertido en queso en uno de los cuartos oscuros y fríos, donde estaba el frasquito con el hada y un ratón que no había querido seguir a la bruja con sus maldades de engañar a todo aquel que tenga un sueño.
Luego de una semana de hablar con el ratón y el hada, el elefante ya los consideraba como amigos suyos. Les había contado el sueño de viajar a la luna y como había llegado a ese lugar. Al llegar a haber confianza entre ellos, el ratón le confesó:
—¡Mantecoso, debes salir lo antes posible de aquí, al pasar las tres semanas la bruja traerá a todos sus ratones muertos de hambre a que vengan y te coman!
—Debemos idear un plan de escape pero para lograr salir los tres no solo yo. No los dejaré aquí con esta bruja malvada, quien sabe que les hará a ustedes.— dijo Mantecoso asustado, pero valientemente.
El ratón se subió donde estaba el frasco y empezó a morder la tapa para liberar al hada. Al salir pensaron en que la bruja les abría la puerta una vez al día para que vayan a limpiar los cuartos. Entonces, cuando quedaran solos dentro del cuarto, el hada los convertiría en ratones iguales a los otros. En la puerta pondrían una caja invisible que atraparía a la bruja y sus ratones cuando la abrieran, y que luego desaparecería al instante.
Llegaron y una vez convertidos empezaron a gritar:
—¡Se escaparon, se escaparon! ¡El elefante, el hada y el otro ratón se escaparon!
La bruja y todos sus ratones malos fueron corriendo y gritando por lo enojados que estaban hacia la habitación. Al abrir la puerta la caja los atrapó y desapareció.
Mantecoso, el hada y el ratón saltaban por la alegría de ser libres otra vez. Como agradecimiento al elefante por  idear el plan, el hada decidió que lo volvería a la normalidad y no de queso,  y que  los tres viajarían a la luna.
Muy contento y agradecido, el elefante cumplió su sueño.  Logró viajar y conoció la luna junto a sus dos nuevos amigos.


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