martes, 20 de mayo de 2014

El pizarrón de queso, por Lucía Lopreiato y Antonella Cantero -4to

Esta historia comienza en una escuela llamada Primaria Wesbter. En ese establecimiento asisten muchos niños con un alto nivel intelectual. Allí pasan muchas horas del día estudiando y realizando inventos científicos, ya que son chicos muy aplicados.
Pero este relato se trata sobre un invento muy especial que los alumnos de quinto grado crearon para un proyecto de ciencias. Ellos se habían basado en uno de los útiles que todos los salones tienen y en un comestible que a la mayoría de ellos les gustaba. Se trataba de un pizarrón y un queso, aunque no sabían de qué forma combinar esos dos elementos para crear algo nuevo que sorprendiera a todos en el colegio.
Un día la escuela organizó una excursión a una feria de ciencias y los chicos de quinto aprovecharon para observar cómo poder hacer una buena combinación con esos dos elementos para su proyecto. Vieron como dos profesores hacían fusiones entre dos cosas totalmente diferentes y al unirlas surgían objetos útiles para la vida cotidiana. Por ejemplo, una silla de algodón de azúcar. Muchos niños quedaron encantados, porque tenía dos funciones: era muy cómoda y su sabor era delicioso. Todos quisieron tener una de ellas en sus casas. Estas eran sillas muy ingeniosas y sorprendentes. Entonces, los chicos pensaron que un pizarrón de queso podría ser algo muy llamativo. Además, los chicos de otros colegios prestarían mas atención a lo que el profesor copiase en él y que así todos los chicos del mundo podrían ser más aplicados, como los niños de ese establecimiento.
El día de la presentación de ciencias se acercaba y el pizarrón de queso todavía no estaba terminado. Ni siquiera habían empezado a armarlo, sólo tenían cálculos, ingredientes y una maquina que hacía queso de gran tamaño. La máquina funcionaba conectada a una computadora especial, donde ellos escribían los ingredientes del comestible y las características de cada objeto. Así, la computadora transmitía a la máquina la información de los objetos que querían mezclar, como por ejemplo el tamaño, la forma, etc. Cuando los chicos terminaban de escribir todo y se pasaba esa información de la computadora a la máquina, debían apretar un botón rojo y bajar una palanca. Se activaba la maquina y así empezaba a crearse el nuevo objeto.
Los chicos ya estaban preparados y muy emocionados. Querían sorprender a todos con su invento y ser el primer grupo de niños del mundo entero en crear el pizarrón más rico y llamativo. Cuando llegó el gran día, todos los alumnos mostraron sus inventos, había de todo. Todos eran muy competitivos y sus creaciones científicas eran muy buenas, pero el grupo de quinto no podía esperar para tener su turno para demostrar que eran los mejores, los más inteligentes de todo el colegio.
El director de la primaria indicó que quería ver el proyecto de quinto. Entonces lo pusieron en funcionamiento. Primero explicaron los cálculos, luego le indicaron cómo cargar los datos de cada objeto en la computadora especial y la transmisión de la información a la maquina. Por último, al oprimir el botón y bajar la palanca, la maquina comenzó a funcionar. Hacía ruidos muy extraños y era sorprendente como de a poco iba saliendo de la gran maquina el pizarrón de queso que los chicos habían querido crear. Todos los alumnos, los profesores y el personal rodearon la maquina, viendo como el nuevo objeto de estudio se asomaba.
Finalmente, cuando quedó completo, los alumnos de quinto fueron premiados por el director y los profesores. Nadie podía creer lo que estaban viendo, y a todos les llamó la atención. Muy pronto se dio a conocer mundialmente el proyecto de los alumnos de Wesbter. Y tal como ellos lo habían imaginado, los alumnos de otras partes del mundo se volvieron más aplicados e inteligentes.

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