domingo, 25 de mayo de 2014

El brillo de la luciérnaga, por Antonella Segovia, Micaela Ojeda y Alejandra Ybarrola Ortiz - 6to



Hace ya mucho tiempo, en un lugar llamado Las colinas de las luces, una pequeña luciérnaga aterrizaba de su viaje con la colonia para pasar largos días en los ríos de manantiales.
Su nombre era Mora, y su sueño era ser una estrella. Se dio cuenta de esto un día cuando su abuelo le pregunto a ella y a sus cinco hermanos cuales eran sus sueños en la vida.
Todos los hermanos, uno por uno mostraban sus ideas; que se consideraban normales para realizar en la realidad, pero Mora dijo con seguridad ante ellos, “quiero ser una estrella”. Asombrados todos, la observaron en silencio y luego rieron a carcajadas sobre tan absurda idea.
El abuelo luego de este episodio, cuando Mora estaba sola mirando el rio le preguntó por qué quería ser una estrella, a lo que ella respondió: - las estrellas tienen luz propia como nosotros, pero además de brillar pueden observar al mundo desde arriba.
Riendo, el abuelo le dijo:- pero si nosotros también vemos todo desde arriba, o no es así? Y comenzó a volar por los cielos cantando y riendo junto a ella. Cuando volvieron al suelo ella le comentó que había algo más. Ella sabía que todo eso podían hacerlo sin problemas, pero que había algo que no tenían en común con las estrellas. :- ellas no sienten dolor abuelo, ellas solo observan. ¿Nunca pensaste abuelo en toda la gente sola que cada vez que ve una estrella sonríe al contemplar su luz? Las estrellas bailan con la luna! Y yo quiero eso. Dar alegría a las personas solitarias que solo se refugian en el baile maravilloso de las estrellas.
Al no tener más remedio, el abuelo de Mora le dijo que si era en verdad su sueño, tendría que buscar algo para hacerlo realidad. Y así fue que empezó la tarea de llegar al cielo.
Por mucho tiempo, Mora invento prácticas y métodos como una escalera de nubes, un zapato volador, cordones atados unos con otros, narices que cuando estornudaban soplaban a Mora hasta lo más alto del cielo. Pero ninguna de estas cosas la convirtió en estrella, la escalera de nubes se desarmaba, el zapato volador era demasiado pesado y nunca llegaba al cielo, los cordones no eran suficientes y las narices soplaban fuerte, pero no lo suficiente como para quedarse radiante en lo alto, siempre volvía a la tierra.
Enojada Mora, pidió a la madre tierra que la ayudara y los días pasaron. Una tarde calurosa en el rio, las aguas se abrieron y una mujer salió de ellas. Era la madre tierra.
-Así que quieres ser una estrella Mora, bueno vamos a ver que hacemos.
La madre tierra hizo una fogata junto a la que bailo toda la noche, cantando y llamando a todas las fuerzas para ayudar a la luciérnaga.
Mora al final de la coche le preguntó si podía llegar a ser una estrella y la madre tierra le respondió que si, pero le advirtió que la vida de una estrella es muy solitaria y muchas veces triste, que piense bien si de verdad quería hacerlo. Pero Mora no dudo un segundo más y acepto todo lo que le decía. Al no ver otra alternativa la madre tierra la convirtió en estrella. Mora feliz, se encontró en un mundo maravillada de tanto color y brillo. Pero con el tiempo se dio cuenta de que además de brillo, el  mundo escondía miedo y cosas malas, gente que destruía ese mundo tan hermoso que veía, observo a esa gente sola que tanto quería alegrar, y en realidad lo hacía, pero cuando volvía el día esas personas volvían a la tristeza. Quiso ayudarlos, pero siendo estrella la única función que cumplía era la de brillar, no podía bailar para ellas, ni hablar solo estaba allí junto a otras estrellas solas. De pronto pensó: - la madre tierra no mentía, desde aquí no puedo solucionar la vida de nadie, ojala volviese a ser luciérnaga.

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