domingo, 25 de mayo de 2014

El loro Carlos, por Rodrigo Román y Franco Gonzales -6to

Había una vez un loro llamado Carlos que no podía hablar, era grande y fuerte pero no podía hablar, todos sus amigos podían pero el no así que para comunicarse con ellos les escribía en un pizarrón chiquito que tenia colgado en su cuello como si fuera un collar. Carlos y sus amigos vivían en una plaza sobre un árbol donde estaba su nido ellos nunca pudieron entender porque no podía hablar, seria capaz que tenia un daño en la garganta que alguna cascara de girasol daño alguna parte de su garganta que le impedía hablar pensaba Carlos  el pensaba y pensaba y soñaba con poder hablar . Hasta que un día conoció a una nena llamada Samanta que jugaba por la plaza a samanta le encantaba Carlos,  le aprecia un loro muy lindo y Carlos raramente también le gusto samanta , pensaba que era una buena chica y así tuvieron toda la tarde jugando y al momento en que samanta se tenia que ir le pregunto a Carlos si quería ir con ella y el sin pensarlo fue con ella . Al principio le pareció muy divertido a samanta que Carlos hablara por un pizarrón pero luego de unos días Carlos le conto cual era su sueño y samanta lo quiso ayudar a cumplírselo y así al cabo de un mes de intentar hacerlo hablar lo pudo hacer ya no necesitaba el `pizarrón que tuvo toda su vida ya podía hablar por su propia cuenta y desde entonces Carlos y samanta fueron los mejores amigos y el se quedo a vivir con ella pero cada semana van a la plaza a visitar a los amigos de Carlos
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La remera de queso, por Daniela Martinez -6to



Todo empezó cuando yo salía de la fábrica de queso de mi padre, donde yo trabajaba, claro que ya no estoy mas allí, desde el desastre que hice cuando me toco estar a cargo por problemas familiares. Este desastre que “cree” en esa  fabrica, sucedió en una noche de invierno, yo era el ultimo en salir ya que era el encargado en revisar y ordenar  las maquinarias, cuando todos salían. Aproximadamente, eran las 10  de la noche y  como siempre cerraba las ultimas puertas y rejas, ya estaba fuera de la gran fabrica cuando se me ocurrió entrar otra vez, porque sentía curiosidad de como seria aquella empresa tan gigante, sola, abandonada, todo a mi poder, sin que nadie me dijera por primera vez: “cuidado con eso”, “ordena esto” , “arregla aquello”. Volví a abrir todo y entre. Fue lo peor que pude haber hecho, es lo que digo ahora pero en ese momento creí que era  la mejor idea. Prendí todas las luces, entre a diferentes lugares, con maquinas tan grandes y monstruosas que nunca había visto. Habían fuentes enormes  con queso derretido, caliente y tan tentadores que te dan  ganas de nadar en ellas.
 En uno de los pasillos estaba la habitación mas grande, la cual  mi padre nunca dejaba entrar a nadie ya que era el lugar de inventos, el lugar mas secreto de todos y solo podían entrar el y su amigo, científico loco de confianza. En ese momento el cuarto de creaciones estaba sin uso, porque mi padre no estaba presente y sin su permiso no se podía hacer  nada nuevo.
Claro que habían inventos a medio crear, muy originales, nunca vistos y muy ingeniosos; y otros  eran inútiles es decir, no eran necesarios para la vida cotidiana, eran para aquellas personas que les gustaba derrochar el dinero solo para tener algo innovador, no quiero ofender a mi padre ni despreciarlo, pero es lo que yo pensé cuando los vi. Uno de ellos estaba basado en un maniquí, hecho todo completamente de queso roquefort ¡Valla a saber uno que se le cruzo por la cabeza a mi padre para inventar algo así! ¿O para que serviría?, seguramente la idea había sido de su amigo el científico. Nunca lo supe. Pero allí, en ese momento  algo se me ocurrió, una loca idea, inútil también pero al ver  todo lo que estaba en esa habitación me inspiro y comencé a jugar un poco con los elementos químicos y el queso. Mi objetivo era crear  una remera de queso, con ayuda del maniquí. Pensaba que era algo muy creativo y algo en que todos iban a querer gastar su dinero, por que… ¿Quién no querría una remera comestible? A todo el mundo le gusta el queso, o al menos a la mayoría. Eso pensaba y ya estaba muy emocionado con la idea, estaba en el proceso final y tenia que utilizar una maquina especial. Era una en la cual se necesitaba un conocimiento específico, porque si oprimías un botón de más, si tan solo agregabas un ingrediente de más todo podía estallar, y la fábrica se fundiría. Yo sabiendo todo el riesgo que podía correr, la utilice.


El primer paso era colocar todos los ingredientes necesarios para el queso que quería utilizar, el segundo elegir la forma y textura del invento y por ultimo escoger los botones necesarios para que funcione la maquina y crear la remera. En el momento de cumplir el tercer paso, el ultimo que me iba a convertir en un inventor único,  un descuido mío, por no llamarlo de otra forma, hizo que todo se arruinara. Tropecé con el maniquí de queso roquefort y tire sobre la gran maquina un elemento químico, que hacia derretir objetos sólidos. Ojala se hubiera derretido, solamente  algunos botones, hiciera un poco de humo y listo. Pero no, comenzó a derretirse e hizo corto circuito con algunos cables y enchufes de la habitación, lo que la hizo explotar y hacer  volar queso por toda la fabrica de mi padre. Claro, no tardaron en sonar las alarmas y que toda la gente del barrio se acercara para ver que había sucedido, lo que hizo que mi familia se enterara rápidamente. No hace falta mencionar lo que me paso después de ese desastre: ya no trabajo mas allí y mi padre me negó la entrada a esa fabrica a  menos que el me de el permiso de ingreso, pero al menos fue lindo sentirse un científico por un rato.


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El ladrillo que quería volar, por Lucas Larse - 6to

Todos pensamos que los ladrillos solo sirven para construir casas, edificios y otras estructuras. Pero no, no es cierto.
Hubo una vez un ladrillo con un sueño, un sueño mas grande que una casa: queria volar. Un sueño imposible para un ladrillo, cuyo unico fin en la vida es formar parte de la construcción. Pero este ladrillo decidió superar todas esas adversidades y cumplir su sueño, así que un día salió de la obra donde se encontraba y se dirigió a la ciudad. El ladrillo estaba muy perdido, había muchos edificios enormes, mucha gente que caminaba y mucho autos también, era un desorden por donde se lo viera. Pero luego de caminar y caminar por la ciudad, el ladrillo, agotado, paro en un parque para descansar. Un pájaro que estaba sobre un camion lo vio al pobre ladrillo y le preguntó que le pasaba, el ladrillo le contó toda su historia y su sueño de volar. El pájaro quedó sorprendido por el coraje del ladrillo y le dijo que le iba a ayudar a cumplir su sueño, entonces lo agarró al ladrillo con sus patas y empezó a mover sus alas. Tan solo algunos segundos después, el pájaro y el ladrillo estaban volando sobre la ciudad y el ladrillo no lo podía creer.... ¡Estaba cumpliendo su sueño!
Volaron durante unas horas y luego, al bajar nuevamente a la ciudad, el ladrillo le agradeció al pájaro por haberle cumplido su sueño y desde ese entonces entablaron una lindad amistad.
 
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El brillo de la luciérnaga, por Antonella Segovia, Micaela Ojeda y Alejandra Ybarrola Ortiz - 6to



Hace ya mucho tiempo, en un lugar llamado Las colinas de las luces, una pequeña luciérnaga aterrizaba de su viaje con la colonia para pasar largos días en los ríos de manantiales.
Su nombre era Mora, y su sueño era ser una estrella. Se dio cuenta de esto un día cuando su abuelo le pregunto a ella y a sus cinco hermanos cuales eran sus sueños en la vida.
Todos los hermanos, uno por uno mostraban sus ideas; que se consideraban normales para realizar en la realidad, pero Mora dijo con seguridad ante ellos, “quiero ser una estrella”. Asombrados todos, la observaron en silencio y luego rieron a carcajadas sobre tan absurda idea.
El abuelo luego de este episodio, cuando Mora estaba sola mirando el rio le preguntó por qué quería ser una estrella, a lo que ella respondió: - las estrellas tienen luz propia como nosotros, pero además de brillar pueden observar al mundo desde arriba.
Riendo, el abuelo le dijo:- pero si nosotros también vemos todo desde arriba, o no es así? Y comenzó a volar por los cielos cantando y riendo junto a ella. Cuando volvieron al suelo ella le comentó que había algo más. Ella sabía que todo eso podían hacerlo sin problemas, pero que había algo que no tenían en común con las estrellas. :- ellas no sienten dolor abuelo, ellas solo observan. ¿Nunca pensaste abuelo en toda la gente sola que cada vez que ve una estrella sonríe al contemplar su luz? Las estrellas bailan con la luna! Y yo quiero eso. Dar alegría a las personas solitarias que solo se refugian en el baile maravilloso de las estrellas.
Al no tener más remedio, el abuelo de Mora le dijo que si era en verdad su sueño, tendría que buscar algo para hacerlo realidad. Y así fue que empezó la tarea de llegar al cielo.
Por mucho tiempo, Mora invento prácticas y métodos como una escalera de nubes, un zapato volador, cordones atados unos con otros, narices que cuando estornudaban soplaban a Mora hasta lo más alto del cielo. Pero ninguna de estas cosas la convirtió en estrella, la escalera de nubes se desarmaba, el zapato volador era demasiado pesado y nunca llegaba al cielo, los cordones no eran suficientes y las narices soplaban fuerte, pero no lo suficiente como para quedarse radiante en lo alto, siempre volvía a la tierra.
Enojada Mora, pidió a la madre tierra que la ayudara y los días pasaron. Una tarde calurosa en el rio, las aguas se abrieron y una mujer salió de ellas. Era la madre tierra.
-Así que quieres ser una estrella Mora, bueno vamos a ver que hacemos.
La madre tierra hizo una fogata junto a la que bailo toda la noche, cantando y llamando a todas las fuerzas para ayudar a la luciérnaga.
Mora al final de la coche le preguntó si podía llegar a ser una estrella y la madre tierra le respondió que si, pero le advirtió que la vida de una estrella es muy solitaria y muchas veces triste, que piense bien si de verdad quería hacerlo. Pero Mora no dudo un segundo más y acepto todo lo que le decía. Al no ver otra alternativa la madre tierra la convirtió en estrella. Mora feliz, se encontró en un mundo maravillada de tanto color y brillo. Pero con el tiempo se dio cuenta de que además de brillo, el  mundo escondía miedo y cosas malas, gente que destruía ese mundo tan hermoso que veía, observo a esa gente sola que tanto quería alegrar, y en realidad lo hacía, pero cuando volvía el día esas personas volvían a la tristeza. Quiso ayudarlos, pero siendo estrella la única función que cumplía era la de brillar, no podía bailar para ellas, ni hablar solo estaba allí junto a otras estrellas solas. De pronto pensó: - la madre tierra no mentía, desde aquí no puedo solucionar la vida de nadie, ojala volviese a ser luciérnaga.

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La niña solitaria, por Franco Gonzalez - 6to

Había una vez una niña de no más de 10 años de edad tenía unos ojos claros y su cabello era de color mostaza. La niña era tan linda que cuando se asomaba hacia su ventana el sol con su gran resplandor sonreía cada vez que la veía. Esta niña tenía todo lo que una niña de su edad podría querer. baSolo le faltaba una cosa por la cual siempre estaba muy triste era que ella no podía hacer nada bien, porque ella pensaba que no servía para nada y que si hacia algo siempre lo hacía mal. Ella vivía en su casa, desde adentro y para adentro, no salía por nada del mundo y los demás sencillamente la ignoraban, era invisible para los demás. Cuando quería decir algo, se le ponía un nudo en la garganta y la voz no le salía por más que ella se esforzará demasiado. Al esforzarse por hablar se lo ponía la cara como un tomate, por lo rojo que estaba, con lo que le sucedía de no poder hablar una ira cada vez mayor se iba apoderando de la niña pero, aunque muchas veces no se daba cuenta de ello. Todo el mundo, incluida la madre y el padre, no se daba cuenta de lo que le pasaba a la niña, porque la niña no le contaba nada a nadie solamente hablaba con sus muñecas y les cantaba. La niña que amaba escuchar música se la pasaba todo el día imaginando y cantando para sí misma. Y tampoco pintaba, ni escribía, ni jugaba con otros niños. No podía hacerlo, porque había una voz en su cabecita que le decía: “Me sale todo mal”. Y de esta forma iban pasando los días, uno tras otro. Sobreviviendo a través de su imaginación. Y como leímos que inventaba canciones se las cantaba a las muñecas porque nadie más la podía escuchar. Como esta niña. que ni nombre tenía, nunca aprendió a expresarse hacia afuera, aprendió a ser sabia y a conocerse a sí misma. Hasta que un día apareció un hada madrina, buena y generosa, que le concedió el deseo de poder hablar con las demás personas y expresarse correctamente, ayudó a conocerse así misma a todas las personas que en su ignorancia, ni siquiera sabían que esta niña existía. 

MORALEJA: Las personas a las cuales ignoramos, pueden ser nuestras maestras algún día. No debemos juzgar a nadie por su apariencia.
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El gran dinosaurio, por Lautaro Raño - 4to

Había una vez un dinosaurio llamado Jorge. Era muy grande, más de lo normal. Él fue creciendo y creciendo pero para sus padres eso ya no era normal. Cuando comenzaron las clases estaba gigantesco y todos lo cargaban por eso. A Jorge no le gustaba ser tan grande porque no podía jugar con sus amigos.
Cuando Jorge llegó a su casa les contó a sus padres llorando que lo cargaban, y entonces, lo llevaron al médico para ver si podían conseguir que dejara de crecer más de lo normal.

El médico tampoco tenía la solución, así que Jorge decidió aceptarse como era y volver a intentarlo. Muy pronto sus amigos se dieron cuenta de que a pesar de ser tan grande era muy bueno jugando y entonces empezó a tener  más amigos.

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La flor del nuevo mundo, por Luciano Luszcz y Lautaro Cinquino - 6to

     Había una vez una rata que todos los días salía a trabajar con su corbata. Trabajaba en una planta nuclear de queso, ahí se limpia todo el queso podrido. Esa planta tenía una amenaza: el gato con botas. Él usaba sus botas para pisar todo lo que se le cruzara y no lastimarse los pies. Un día el gato logró llegar a la planta y la destruyó. La explosión acabó con el gato, las ratas y también con toda la población. Sólo sobrevivió una flor y con ella se iniciará el nuevo mundo.

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